lunes, 6 de septiembre de 2010

La portera digital

El otro día esperando el tren, pasaron junto a mi dos señoras de unos setenta años que mantenían una conversación:
- ¿Sabes a quién me he encontrado esta mañana?
- ¿A quién?
- ¿Al del segundo tercera?
- ¿El borrachuzo?...


En un instante tenía ante mi tres ingredientes de pura esencia española:
1. Escanear al personal: si no es así ¿cómo iba a saber que tenían unos setenta años?
2. Escuchar las conversaciones ajenas: creo que debe ser genético porque lo hice escuchando música y soy un hombre! ;-)
3. Dirigirse a alguien exaltando su peor vicio: el borrachuzo.


Pues os parecerá una tontería, pero esta situación me hizo reflexionar. En la época del pleno auge de las redes sociales con Facebook a la cabeza, el efecto global nos ha traído una serie de herramientas que podemos considerar armas de destrucción masiva en una sociedad como la española. ¿Pensó en algún momento Mark Zuckerberg en cómo es nuestra sociedad? Ciertamente no.




Hoy día en el que la reputación social es una métrica y que se mide hasta el boca oreja, nos encontramos en un mercado, el español, en el que hundir al vecino es deporte nacional.
Estar en Facebook pronto dejará de ser "cool", justo en el momento en el que algún "amigo" decida soltar una perla en tu muro. Lo de menos es si es real (somos tan básicos que si aparece en internet lo damos como bueno), el problema viene cuando lo vean el resto de "amigos" que no lo son tanto. En ese preciso instante veremos el potencial de nuestra red que según los expertos es el cuadrado de tu número de contactos. Un número de contactos que la mayoría de usuarios decidieron cebar y que incluye a toda tu oficina con jefes incluidos, compañeros desde párvulos hasta el máster (incluyendo a Jaime que martirizaste durante toda la EGB y que tal vez sea un poco rencorosillo), amigos de amigos, el de la ducha de al lado del gimnasio y a ese tío que no conoces de nada pero que te encuentras siempre en el metro porque tiene tu mismo horario. Tus 235 "amigos".
Probablemente lo del muro haya sido una broma de mal gusto pero en una sociedad como la nuestra me remito a un refrán, algo también muy nuestro, "si el río suena, agua lleva". Ya estás marcado.


Lo peor está por llegar, primero tus jefes que en tan buena estima te tenían, van a dar más credibilidad a lo que aparezca en un muro de Facebook que a todo tu trabajo de los últimos años. En época de crisis se lo estamos poniendo muy fácil. 
Después serán los headhunters los que además de encontrar un brillante currículum en LinkedIn encontrarán la forma de acceder a tu perfil en Facebook probablemente porque nunca te planteaste como algo prioritario las políticas de privacidad.
En definitiva, tendrás que tirar de hipocresía y crear dos perfiles en Facebook, el formal con tu nombre y el guay con pseudónimo que en menos de un mes todo el mundo conocerá. Si no ves claro que funcione, sólo me queda recomendarte los servicios de un Community Manager.


De todos es sabido que las porteras son las que dominan la escalera, pero las porteras digitales dominarán el mundo. Buena suerte

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